Supersticiones particulares

     



     Podría decir que soy cero supersticiosa, pero no es 100% verdad. Me da lo mismo abrir un paraguas en la casa, que se cruce un gato negro o pasar debajo de una escala. Pero si se me quiebra un espejo, siento un ligero dolor en mi estómago, no sé porque, pero es así.


     Pero hay ciertos elementos o símbolos, que para mi son super particulares y que me llenan de aprensión. Pero su génesis no está en supuestos, sino que son cosas empíricamente comprobadas. Esto último es exagerado, pero basta que se repitan dos eventos malos, para ya crucificar algunas cosas. Y alguna de ellas son:





  • El departamento 44. La primera vez que viví en un cuarto piso pasé un terremoto. Años después, me fui a otra ciudad y mi marido se encargó de encontrar un departamento. Cuando llegué  vi el número y lo primero que dije, no nos vaya a tocar un terremoto. Tiempo después, pasé otro terremoto en el mismo número de departamento.


  • La Flor del Inca. Primero debo aclarar que soy muy buena con las plantas, a mi no se me mueren las plantas. Las dos veces que he tenido flores del inca, han sido regaladas y cuando se han muerto (de un día para el otro), me han sucedido cosas malas. La peor es que mi gatita enfermó gravemente y murió. La otra fue que en el trabajo de mi marido empezaron a ocurrir cosas poco éticas y mi marido, que no se presta para eso, renunció. Lo raro es que fue de improviso. Por todo lo anterior no tendría jamás esa planta, superstición que se hizo extensiva a mi familia, que tampoco la compra.



  • Los pasos de tren, la historia la contaré con más detalle en otra entrada. Pero mi marido, cada vez que pasa por un cruce de tren, se pone nervioso. La razón, tanto sus abuelos como su padre han sido chocados por un tren. Ya es como tradición familiar, lo bueno es que no ha pasado a mayores, pero es muy inquietante y peculiar.

Imagen: Rui 23

  • Y la última, mi mamá tiene terror a que discutamos con mi hermana. Porque cada vez que peleamos, pasa algo malo y tiene que ver con nuestros animalitos. Y la verdad es que también me pongo nerviosa cuando pasa eso, sobretodo cuando mi mamá verbaliza cada 5 segundos, que nos arreglemos para que no pase nada. 

     Al final, como dije, son creencias muy personales porque se construyen con nuestra historia, nuestros pensamientos y la relación que nuestra mente hace de los eventos.

     Además son creencias que vamos elaborando en el transcurso de nuestra existencia y que al estar inmersos en una familia, alimentamos con experiencias propias y ajenas. Y por lo mismo se hacen fuertes en el tiempo y fácilmente compartidas.


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