Valle del Elqui v/s San Pedro: Parte 2





       Primero, voy a hablar de un tema que es muy importante para mi cuando viajo. Y es el poder tener acceso a algo tan básico como la alimentación. Con esto, me refiero no sólo a tener una oferta gastronómica amplia, que en mi caso es más específica porque no como carne, si no tener la oportunidad de encontrar locales abiertos donde se pueda comer o comprar algo si así uno lo amerita.



      Bueno, yo creo que acá la balanza una vez más se inclina a San Pedro, en lugar hay muy buenos restaurantes. Puedo nombrar La Estaca o Las Delicias de Carmen, entre muchos otros más. Y lo mejor, la disposición y la atención al cliente, porque podían preparar un plato a tu medida sin ningún problema. Y no te miraban con cara de bicho raro cuando decías que no comías carne.

       En el caso del Valle del Elqui, a pesar que era Semana Santa, todo era carnívoro, no encontré nada para comer, que no tuviera pollo, vacuno o cabrito. Además la carta era super rígida, ni siquiera permitían modificar un plato y se complicaban por estupideces. Porque en vez de costillar, yo pedí un huevo frito y en la cocina dijeron que no tenían huevos! Además colapsaron al poco rato y cerraron el restaurante. Al final, me tuve que conformar con tomar un mote con huesillos, que no me gusta por lo demás. Y lo peor, habían super pocos negocios y cerraban demasiado temprano.

       En segundo lugar, en términos de entretención, los dos lugares son muy distintos. El tiempo se hace corto en San Pedro, tienes tantas actividades por hacer que llegas muerta al hotel, te bañas, sales a comer y sigue la oferta de entretención. El ambiente es muy agradable, la gente buena onda y relajada, un placer caminar por sus calles, lo que te invita a seguir disfrutando. Aquí recomiendo a esta agencia de turismo, guías super profesionales y muy responsables con el itinerario en términos de cumplir con el horario y lo prometido.

      En el caso del Valle del Elqui, es otro tipo de turista, más familiar. Por lo mismo, cuando terminas las acotadas actividades que hay, te quedas con un pueblo casi vacío, donde no hay nada más que hacer, mientras tu tienes cuerda para rato. Lo que sí destaco como actividad, dado mi gusto por cabalgar, es el tour de cabalgata nocturna. El andar a caballo en plena oscuridad, mirando el cielo estrellado es alucinante, te relajas. Y como cada caballo va a su ritmo, no hay prisa por llegar, por lo que casi te duermes con cada vaivén. Después, cuando llegas a destino, hacen una fogata y sirven pisco golpeado con sal y merken. Empieza la observación astronómica que se intercala con la astrológica, muy didáctica y entretenida, se te pasa el tiempo volando. Para mí, esta actividad salvó todo el viaje.

     En síntesis, a San Pedro voy nuevamente, me fascina, quedo corta en palabras para describir lo que es el paisaje, el ambiente y su magia. Uno se siente como en casa, con la energía a full y parte del pueblo. En cambio, y puede sonar drástico, el Valle del Elqui no es mi tipo de turismo, no me gustó nada. Si bien tiene paisajes bonitos, lo encontré muy encerrado y no me sentí cómoda con el ambiente. Pero en fin, es cosa de gustos.

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