Historias de terror: El monje
Hay un dicho muy cierto, "el mundo es un pañuelo". Es increíble como a veces uno conoce o ubica a alguien, que nunca pensaría encontrar, en los lugares más inverosímiles y realizando acciones de dudosa reputación. Y eso fue lo que me ocurrió un día.
Mi marido trabajaba como consultor externo en una ONG, estaba bien desagradado, creo que a esa altura ya había renunciado y le quedaba terminar unos temas. La razón, cierta rivalidad entre los empleados a contrato y los consultores (temas de honorarios).
Cada consultor, vende su proyecto, trabaja por un producto específico y no forma parte de sus funciones el encargarse de otros asuntos propios de la institución. Por lo mismo, no requiere una presencia constante, porque la gente se tiende a confundir y comenzar a agregar tareas que no le corresponden, como si fuera obra de mano más.
En el caso de mi marido, por ser buena onda comenzó a realizar otras tareas, que le quitaban tiempo, para hacer otras consultorías (en rigor esa ONG le pagaba sólo el 50% de su sueldo). Pero como siempre ocurre la gente se acostumbró a que mi marido diera más y vio como que era lo justo, así que no agradeció ese esfuerzo adicional, se hizo costumbre.
Más adelante, el contrato de mi marido señalaba que ya tendría una dedicación menor (un 25% de su sueldo). En esa instancia, el director de la ONG, habló con mi marido, porque le había prometido que iba a comprar el 100% de su tiempo. Pero lo que ocurrió fue que le comenzó a reclamar por labores que estaba haciendo de "yapa" y más encima pagando sólo por una dedicación del 25%. Por lo mismo, era más que evidente, que mi marido debía hacerse cargo de otra consultoría en otra parte, porque por muy trabajador que sea no vas a vender el 100% de tu tiempo a un 25% del sueldo y más encima sin ningún tipo de agradecimiento.
Bueno, esa conversación estuvo de antología, porque el director se mandó el medio discurso, que había que ser un monje en el trabajo, que la remuneración no era importante y blablabla (como si el trabajara por tan poco). Ahí mi marido le dijo que terminaba este delta de proyecto, una cosa muy específica y nada más.
Es en ese contexto, en que sucede algo muy cómico. Mi esposo se encontraba en la ONG (en Stgo) y mi hermana y yo nos encontrabamos en una cafetería en Valparaíso. De pronto, aparece el director o monje de la ONG (yo no lo conocía, sólo lo había visto por live stream), con otro viejo. Yo llamé a mi marido y se lo comenté, el me señala que este viejo había agendado una actividad de trabajo en Valpo y había hecho harto show, como que era importante y blablabla.
Pero parece que el viejo fue a Valpo a puro jotear, porque desde que llegó se dedicó a mirar y a vociferar estupideces hacia nosotras, tirando indirectas en voz alta, todo super rancio. Lo peor que este monje del trabajo y la moral, se había casado hace poco, con suerte un mes y se pone a jotear. Cuando le conté a mi marido lo encontró freak y asqueroso. Así que las pocas veces que lo veía le daba rechazo, porque se acordaba de su discurso tan grandilocuente del mojarse la camiseta por el trabajo y hacer de este su religión, y al final todo era puro bluff.
Comentarios
Publicar un comentario